Para ello, Guía Repsol recomienda un práctico recorrido por Madrid para visitar los enclaves más emblemáticos de estas fiestas aprovechando para degustar algunos de los platos más tradicionales de la fiesta o para descubrir recetas castizas reinventadas.
Croquetas en la Plaza de la Villa. Las fiestas de San Isidro comienzan en esta plaza situada en pleno barrio de los Austrias. Cada año, el día 14 de mayo se ofrece el pregón desde el balcón de la Casa de la Villa, la que fue sede del ayuntamiento de Madrid desde finales del siglo XVII hasta el año 2007. Con tanta tradición como el pregón, o casi, las croquetas de Casa Julio hacen las delicias de todo tipo de paladares. Basta con acercarse a las calles del barrio de Malasaña para encontrar las de siempre —espinacas, queso o jamón— y las más novedosas de membrillo, puerro, picadillo o boletus.
Gambas en la Pradera de San Isidro. El centro neurálgico de la celebración es este parque del barrio de Carabanchel. Aquí tiene lugar la tradicional romería donde miles de madrileños desfilan con sus trajes de chulapos y se reúnen para hacer comidas campestres. La tradición dice que el agua de la ermita del santo es milagrosa y, cada año, se forman largas colas ante la fuente. Y aunque Madrid no tiene mar, las gambas son uno de sus aperitivos más famosos. A la plancha o en gabardina, cientos de familias acuden a probar las gambas de la marisquería Norte y Sur. Las mesas se cotizan desde varios días antes.
Steak Tartar en la Plaza Mayor. La zarzuela, la copla y música regional suenan con fuerza en la Plaza Mayor, con una gran afluencia de público durante las fiestas. También la música pop goza de un cartel con alguno de los grupos y solistas más destacados del panorama musical. Y como colofón, es recomendable acercarse al cercano AskuaBarra para degustar el Steak Tartar, como ración o sobre pequeñas tostadas.
Tortilla de patata en los Jardines de las Vistillas. Son el enclave preferido para los amantes de los conciertos de música internacional. Se puede disfrutar desde folk americano hasta pop inglés, sin olvidar las esperadas actuaciones de los Premios Rock Villa de Madrid. Cerca, en la calle Colón, nos espera la tortilla deLa Ardosa, con la patata bien frita y el huevo poco cuajado, que bien merece ser acompañada con la cerveza negra de esta taberna irlandesa.
Ensaladilla rusa en El Retiro. Durante todo el fin de semana, cuando cae la tarde, el Parque del Buen Retiro se llena de luces, sonido y color. Un espectáculo piromusical en el que los fuegos se reflejan en el lago y danzan al compás de la música. Se trata de uno de los momentos más emotivos de las fiestas, que podría rematarse con una tapita de ensaladilla rusa en Casa Rafa, el restaurante que lleva medio siglo sirviendo esta popular ración.
Potito de patata, huevo y trufa en el centro de Madrid. Las calles y plazas del centro también respiran la festividad de San Isidro, con pasacalles y cabezudos que se inician en la Puerta del Sol. Pasear por la plaza de Ópera, la de Agustín Lara o la de los Carros significa tropezarse con todo tipo de espectáculos infantiles: los protagonistas son, sin duda, los títeres. Pero la ciudad continúa despierta por la noche y el potito de La Gabinoteca es una de las tapas de diseño que nunca defrauda: de patata, huevo y trufa cocinado al baño maría. Una combinación novedosa con muy buena acogida entre los madrileños.
Callos en Las Ventas. La Plaza Monumental de Las Ventas acoge durante todo un mes el que es considerado uno de los certámenes taurinos más prestigiosos del país. En el cartel destacan las máximas figuras del toreo nacional, y la plaza es lugar de encuentro de personajes ilustres de la política, la cultura y la alta sociedad madrileña. Después del espectáculo y muy cerca, en la calle Ayala, se encuentra el mejor restaurante para degustar los callos negros, El Fogón de Trifón (recomendado por Guía Repsol). Los cuecen con la verdura con la que después elaboran una salsa untuosa en la es obligatorio mojar un pan.
Lengua de ternera escabechada en la Plaza de las Comendadoras. Esta plaza acoge desde hace más de 30 años la Feria de la Cacharrería. Una cita para exponer, comprar y vender la cerámica más tradicional de la capital, producida por alfareros madrileños y por firmas invitadas de toda España. Para calmar el apetito merece la pena acercarse al barrio de Goya para probar la lengua de ternera escabechada que ofrece La Tasquería: una tapa moderna a partir de un plato clásico que escabechan, laminan y acompañan con brotes y vinagreta.
Rosquillas y gallinejas. Son dos de los productos con más tradición en Madrid. No hay madrileño que no haya probado uno u otro. Las rosquillas son exquisitas casi en cualquier pastelería de la ciudad, sólo tenemos que elegir si las queremos ‘tontas’ o ‘listas’, es decir sin azúcar glas o con ella. El otro sabor ineludible es el de la casquería, con su mayor expresión en las gallinejas, presentes en toda verbena. Uno de los expertos en la materia es el cocinero Abraham García, del restaurante Viridiana, con dos Soles Repsol.
David Muñoz y el Museo de San Isidro. La historia de Madrid se expone en el Museo de San Isidro, el lugar idóneo para los que no se quieren perder ni un detalle de la tradición popular madrileña. También, Guía Repsol recomienda acercarse al Museo Nacional del Prado, pues expone obras Goya en las que plasmó cómo vivía Madrid las fiestas en aquella época. Mucho han cambiado las costumbres en el Madrid actual. Como por ejemplo la diversidad gastronómica que podemos encontrar en la capital. Para descubrirlo, Guía Repsol propone el Sándwich Club de StreetXO, un pequeño bocadillo de cerdo, mayonesa, huevo y ricotta –entre otros ingredientes-, que marca el ideal callejero de David Muñoz, al frente de DiverXo, que cuenta con tres Soles Repsol.

Fuente: Diario de Gastronomía